EN MEMORIA DE AHSLEY VARGAS MENDOZA PILOTO FAP
“Que su nombre no se manche, que su legado nos una, con el corazón azul, hasta el último vuelo”
Yo también surqué esos cielos. Alguna vez despegué sola en mi avión, como lo hizo Ashley Vargas. También sentí el viento del mar de Pisco rozar mis alas mientras me elevaba, con el corazón latiendo al ritmo del motor.
Cuando supe de su partida, algo en mí se quebró. No solo por la tragedia, sino porque ella representaba el mismo amor a mi patria, la misma entrega silenciosa que solo conocemos quienes hemos sido formadas en la gloriosa Fuerza Aérea del Perú.
Tuve el honor de formar parte de la primera promoción de mujeres que inició formación como alumna piloto en la FAP. Fuimos cuatro las que iniciamos rompiendo paradigmas y alzamos vuelo solas, por nuestro país. Cada despegue era un acto de fe. Sabíamos que el cielo no perdona errores, y aún así lo elegimos. Porque el vuelo es libertad, pero también responsabilidad. Es belleza, pero también peligro.
Ashley no fue parte de mi generación. Ingresó muchos años después, pero compartimos el mismo legado, el mismo uniforme, la misma vocación. Y esa hermandad no la rompe el tiempo ni la jerarquía. Ella también eligió volar, y eligió hacerlo desde la institución que nos enseñó a darlo todo, incluso la vida, por el Perú.
Hoy ya no soy piloto, ni me encuentro en actividad. La vida me llevó por otros caminos, pero sigo sirviendo a mi país desde otra trinchera, con la misma entrega y vocación. Mi corazón sigue siendo azul. Porque eso no se olvida… y no se renuncia, se lleva hasta el último suspiro.
Me da tanta tristeza que mucha gente esté apuntando sin saber, juzgando sin haber vivido ni un solo día en una cabina, sin conocer todo el trabajo y entrega por vocación que realizan cada día los integrantes de nuestra gran institución, aún sabiendo que por eso no se recibe aplausos.
No, el vuelo no se juzga desde tierra firme.
Detrás de cada despegue hay horas de instrucción, disciplina, decisiones, y sobre todo, entrega. El aviador no va al cielo por obligación. Va por vocación. Nadie nos obligó a asumir ese uniforme, a soportar el peso del equipo, el silencio del aire, el vértigo de las alturas. Lo hicimos porque creímos que valía la pena servir.
Y aún lo creo.
Lo que más duele no es solo la pérdida de Ashley, sino la facilidad con la que algunos quieren reducir la situación a un expediente o a una indemnización. La vida militar es una carrera donde la vida y la muerte a veces se cruzan en milésimas de segundo, ella lo sabía y aun así, como valiente, decidió seguir.
Por eso, cuando escucho voces que hoy intentan culpar a la institución por la muerte de Ashley, no puedo quedarme callada. Porque quienes alguna vez hemos volado, sabemos que detrás de cada misión hay preparación, disciplina, y sobre todo, una decisión personal, valiente y consciente. El aviador no sube a un avión por obligación: lo hace porque ama lo que hace y sabe que es parte del deber.
Y es desde ese mismo corazón azul que quiero compartir una certeza: estoy casi segura de que Ashley, como oficial femenina de la Fuerza Aérea, no hubiese querido ver el enfrentamiento que hoy empieza a gestarse entre la institución que la formó y la ciudadanía que hoy la llora.
Los que estamos o hemos estado en esta institución sabemos lo que se siente pertenecer a algo más grande que uno mismo. Y aunque la vida nos aleje de la cabina o del uniforme, seguimos amando esa casa que nos forjó. Por eso duele ver cómo se insulta o se desacredita lo que tantos entregaron con honor, con esfuerzo, con vida.
Ashley murió cumpliendo un sueño. Y duele, pero no se puede empañar. No la despojemos de la grandeza de haber elegido el cielo, solo porque no entendemos lo que significa amar con esa intensidad una vocación.
Nadie nos obligó. No hubo promesas falsas. Supimos desde el inicio que cada vuelo era un privilegio… pero también un riesgo. Quien se eleva hacia el cielo lo hace con plena conciencia de lo que podría pasar, pero también con la certeza de que vale la pena servir.
No la lloremos con rabia. Lloremos su ausencia con honor. Que su recuerdo nos inspire y no nos divida.
Descansa en paz, Ashley. Nos volveremos a ver en ese vuelo eterno donde los que aman el cielo nunca caen del todo.
Autora May FAP (R) Angie Rojas